Con el dolor aún palpable en su mirada y la angustia de sólo saber que su hijo desapareció con su novia hace más de 20 años, María Cristina de los Santos cuenta las extrañas circunstancias en que la pareja se esfumó.
El 15 de septiembre de 2002, Edgar Báez salió a las 2:30 de la tarde de su residencia, ubicada en el sector Edén, Villa Mella, y estuvo en la casa de un amigo hasta las 7:00 de la noche cuando pasó a buscar a Leticia en la avenida Sabana Larga para ir al cine, cita de la que nunca regresaron.
Esa noche, María Cristina se inquietó, y es que vio pasar las horas lentamente mientras su hijo aun no regresaba. Dadas las seis de la mañana del día siguiente, decidió salir a buscarlo con el corazón arrugado, consciente de que Edgar no solía amanecer fuera de casa.
Optó por iniciar la búsqueda en la casa de Leticia, joven que Edgar conoció en la Universidad APEC; él con 20 años era estudiante de término de Ingeniería en sistema, mientras que ella, de 23 años, cursaba la carrera de Contabilidad.
Allí no obtuvo información alguna, pues la madre de la joven aseguró que la pareja seguro regresaría pronto, pero esto no logró calmar a la preocupada madre que se dirigió a las autoridades para reportar la desaparición de su hijo.
Estando en ello, recibió la llamada notificándole el hallazgo del vehículo de Edgar en la avenida España. Asegura que las condiciones en las que fue encontrado el carro de su vástago y lo bien acomodada que estaba su ropa en el mismo, dan indicios de que alguien quiso simular que la pareja se lanzó al mar.
Las cuatro gomas del vehículo estacionado en la avenida estaban desinfladas, los lápices del trabajo aparecieron partidos en dos en el interior del carro, la suera (abrigo) y los pantalones estrujados y tirados en los arrecifes y un calcetín, a la vista de todos, guindando en una rama a la orilla del mar caribe; son los últimos rastros de Edgar Báez y su novia Leticia Boitel.
Tres días de intensa búsqueda en las orillas del mar de la referida avenida, no dieron a las autoridades ninguna pista de que los cuerpos de ambos jóvenes estuvieran en la zona.
El proceso de búsqueda y posterior seguimiento al caso se fue complicando con el paso del tiempo. La poca información obtenida por la Policía y el cambio de los comandantes a cargo siempre que había una nueva pista, fueron menguando las esperanzas de esta madre, que dos años después del suceso dejó de confiar en las autoridades.
La familia Báez de los Santos aún no se recupera de este hecho que descompletó su núcleo y que causó que el padre, Persio Armando, haya padecido varios pre infartos debido a la tristeza, mismos que posteriormente le llevaron a la muerte.
La aún esperanzada madre, asegura sentir que su hijo vive y que si se lo devuelven no hará nada en contra de los responsables.