OPINIÓN
Carmen Imbert Brugal 8 mayo, 2023
Organizan, deciden, difaman. Tienen credo para su religión y para la selección de sus iluminados. Condenan, liberan y expulsan del paraíso a quien no obedece sus mandatos o no revela ni facilita primicias para los opinantes adscritos a su entorno, también inmaculados. Redactan campañas para detractar y amedrentar y cuentan con el eco mediático correspondiente y el auspicio de clientes que saben cómo garantizar la impunidad disparando antes de recibir la ráfaga. Traicionan porque la lealtad no deja beneficios ni transfiere acciones. En sus aguas corporativas saben cuándo delatar y cómo buscar cómplices adecuados en los cargos públicos. Sus contratos y prebendas están protegidos por el silencio de la cobardía codiciosa que domina medios y controla bots.
Después de tantos años de existencia y con sus cuadros colocados en las posiciones apetecidas, su composición y funcionamiento luce diseño de monasterio. El equipo tiene títeres comprometidos con sus abades y abadesas, personas intocables, beneficiarios de la exculpación social, libres hasta del pago de multas por infringir leyes de tránsito. Hoy, Participación Ciudadana-PC- es un supra poder, adscrito al Cambio, con patente de corso para hacer lo que quiera, cuando quiera. No ha sido necesaria la modificación de la Constitución de la República para consagrarla como poder del estado.
En PC anida el conjunto ético de la nación, sin techo para que nadie se atreva a lanzar piedras. Invencibles, acechan como fieras para dar el zarpazo a quien discuta designios “made un USA” y se atreva imputar a los grupos que protegen como voceros de sus causas.
Sanedrín temible que en este momento de la nueva república excede sus competencias, convencido de que su desprecio a la institucionalidad jamás será criticado. Quien no apañe o complazca a PC sencillamente debe buscar amparo divino porque la posibilidad de asilo también estará vedada. La pureza dicta y seduce.
El entra y sale a los despachos de la administración pública sin el disimulo de la discreta visita doméstica, motivada por la bonhomía y la amistad, ha sido superado por una actuación inconcebible en un estado de derecho. La irrupción de los agentes de PC en la Cámara de Cuentas de la República Dominicana-CCRD- está tipificada como usurpación de funciones en el artículo 258 el Código Penal-.
Como ahora sus integrantes están más empoderados que nunca, adscritos a la nomenclatura oficial, en un ejercicio descarado de “transparencia” publican una “Nota de Prensa ante la difícil situación de la Cámara de Cuentas” firmada por: “Consejo Nacional”. Y en esa “nota” que no ha provocado la reacción del Senado, de la Cámara de Diputados, del Poder Judicial ni del Ministerio Público, señalan las diligencias procesales que hicieron en “el órgano superior externo de control fiscal de los recursos públicos, los procesos administrativos y del patrimonio del Estado”. PC intervino la CCRD y pocos denuncian la ilegalidad de la acción. Todo está permitido en nombre de la lucha contra de la corrupción. Sin decreto conocido, impera un estado de excepción que permite a PC irrespetar la Constitución y las leyes, sin consecuencias.