Beber alcohol con moderación puede estar asociado a un menor riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca. Así lo asegura una nueva investigación que, por primera vez, ha conseguido relacionar el consumo mesurado de bebidas alcohólicas con una reducción a largo plazo en la señalización de estrés del cerebro.
Pero no todo es positivo. Y es que, dentro de todos los efectos adversos ya conocidos, el estudio también demostró que cualquier cantidad de alcohol aumenta el riesgo de cáncer. Además, también se probó que con un consumo en grandes cantidades (más de 14 bebidas alcohólicas a la semana), el riesgo de ataque cardíaco comienza a aumentar, mientras que la actividad cerebral general comienza a disminuir, lo que puede estar asociado con una salud cognitiva adversa.
Otros estudios previos ya habían sugerido que un consumo moderado (una bebida alcohólica al día para las mujeres y entre una y dos diarias para los hombres) estaba asociado con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular. Pero se desconocía si el alcohol provocaba beneficios cardiovasculares o si había otros factores de salud o socioeconómicos que podrían proteger los corazones.
Ahora, este nuevo estudio, dirigido por investigadores del Hospital General de Massachusetts (EEUU) y publicado en Journal of the American College of Cardiology, asegura que incluso después de tener en cuenta el resto de factores el consumo moderado de alcohol se asoció con una reducción sustancial en el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
«No abogamos por el uso de alcohol para reducir el riesgo de ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares debido a que tiene otros efectos preocupantes en la salud», afirmó Ahmed Tawakol, autor principal de la investigación, Doctor en Medicina y codirector del Centro de Investigación de Imágenes Cardiovasculares del Hospital General de Massachusetts. Él mismo explicó que la investigación trató de entender cómo el consumo de alcohol moderado reduce las enfermedades cardiovasculares para intentar encontrar un «mecanismo» que permita replicar los efectos cardíacos protectores del alcohol sin los efectos adversos de su consumo.
Metodología del estudio
En la investigación participaron más de 50.000 personas. En primer lugar se evaluó la relación entre el consumo moderado de alcohol y los principales eventos cardiovasculares adversos, después de ajustar una variedad de factores de genéticos, clínicos, de estilo de vida y socioeconómicos. Los resultados, como ya se explicó previamente, fueron que incluso teniendo en cuenta estos factores la reducción de riesgo fue «sustancial».
A continuación, los investigadores estudiaron un subconjunto de 754 personas que se habían sometido previamente a imágenes cerebrales PET/CT (principalmente para la vigilancia del cáncer) para determinar el efecto del consumo mesurado de alcohol en la actividad de la red neuronal relacionada con el estrés en reposo.
Las imágenes cerebrales mostraron una reducción de la señalización del estrés en la amígdala (la región del cerebro asociada con las respuestas al estrés) en los individuos que bebían moderadamente, en comparación con los que se abstuvieron del alcohol o bebían poco. Cuando los investigadores observaron el historial de eventos cardiovasculares de estos individuos, encontraron menos ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares en los bebedores moderados. «Encontramos que los cambios cerebrales en los bebedores moderados explicaban una parte significativa de los efectos cardíacos protectores», aseguró Tawakol.
Ya se conocía que el alcohol reduce la reactividad de la amígdala a los estímulos amenazantes mientras las personas beben. Pero el estudio actual es el primero en probar que el consumo de alcohol moderado tiene efectos neurobiológicos a largo plazo en la amortiguación de la actividad en la amígdala, lo que puede tener un impacto significativo en el sistema cardiovascular.
«Cuando la amígdala está demasiado alerta y vigilante, el sistema nervioso simpático se intensifica, lo que eleva la presión arterial, aumenta la frecuencia cardíaca, y desencadena la liberación de células inflamatorias», explica Tawakol. Y añade: «Si el estrés es crónico, el resultado es hipertensión, aumento de la inflamación y un riesgo sustancial de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares«.
Estrés
Por último, la investigación halló que el alcohol es aún más efectivo en reducir los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares en personas que son propensas a «una respuesta de estrés crónicamente más alta», como aquellas con antecedentes de ansiedad significativa. Dentro de la muestra de 50.000 pacientes, el consumo de alcohol moderado tuvo casi el doble de efecto protector cardíaco en los individuos con antecedentes de ansiedad, en comparación con el resto.
Los autores concluyeron que la investigación debe centrarse en encontrar nuevas intervenciones que reduzcan la actividad de estrés del cerebro sin los efectos nocivos del alcohol. El equipo de investigación actualmente está estudiando el efecto del ejercicio, las intervenciones de reducción del estrés como la meditación y las terapias farmacológicas en las redes neuronales asociadas al estrés y cómo podrían inducir beneficios cardiovasculares.